El razonamiento, previo incluso al primer dibujo, precisa de unas premisas: lugar, programa y actitud.
La obra se ubica en un municipio prepirinaico de 2000 habitantes, Oliana, cuya vida gira entorno a una fábrica dedicada al pequeño electrodoméstico (Taurus).
El clima es continental, con épocas de niebla invernal.
Se trata de un edificio sanitario en dos plantas, con una superficie de 503 m2.
Las características de su situación (edificio en esquina, con un pasaje peatonal a norte y medianera a oeste), así como las delimitadas superficies y funciones que conllevan este tipo de edificios, sugerían un tipo de distribución muy claro en planta, que permita dar respuestas a temas importantes como son la iluminación de la sala de espera y la privaticiadad e iluminación de las consultas.
Los fuertes contrastes climáticos y de luz obligaban a proteger el verdadero centro del edificio, las consultas, aprovechando para ello los espacios servidores, la falsa fachada, el forjado sanitario y el bajocubierta.
Así mismo los espacios de servicio se utilizan para ordenar las irregularidades del solar, quedando el bajocubierta como el espacio destinado a la energía, amortiguador y generador térmico.
La sala de espera a doble altura en blanco acentúa la iluminación cenital dejando que esta resbale (como sábanas colgadas en un patio interior).
Buscamos una imagen exterior lo más compacta y unitaria posible, un “objeto” de uso cotidiano, como un pequeño electrodoméstico que funciona.
La piel se ha tratado como huecos, escondiendo la carpintería en los testeros, como puntos de luz de un faro en la niebla, con esa sensación de cobijo que da la cubierta inclinada y la doble fachada.
La sencillez de líneas y conceptos facilita el llegar a detallar, a menor escala, las ventanas, bancos y lámparas interiores y de jardín, con la escala humana siempre en el pensamiento.