El lugar, su luz, la orientación, el programa, el espacio y todo aquello que es determinante en la arquitectura de nuestros paisajes (cubiertas inclinadas, volúmenes ordenados, adiciones…), son cuestiones que intentamos responder.
El lugar, en concreto el solar, como primer material de la futura construcción, sin él, sin un específico y único, la arquitectura deja de ser utópica. intentamos discernir entre sus atributos aquellos que deben enfatizarse: el paisaje como telón de fondo y la direccionalidad de un paseo con voluntad de extenderse hacia el río. Pensamos en un edificio atravesable física y visualmente, con transparencias y plataformas que sirvan de mirador.
El programa (que además de las funciones del propio ayuntamiento, requiere pequeños espacios para las diversas asociaciones y clubs locales, con uso independizado) ayuda a entender el edificio como la “casa de todos”.
La luz, como la gravedad, es algo inevitable que debemos controlar. La brújula, el fotómetro, instrumentos a llevar consigo, nos ayudan a ordenar las funciones.
Planteamos el edificio como una gran cubierta sobre gruesos muros longitudinales, que ofrece protección a una serie de cajas, contenedoras de las diferentes funciones y situadas de manera que el conjunto quede atravesado por el paseo.
El espacio central concebido como generador. Decía Lao-Tsé que lo que permite el uso no son las paredes y el techo, sino el vacío que queda dentro.
Proyectamos por adición de volúmenes más que por planos horizontales, diferenciando conceptos a través del material: entrada- paseo (piedra de La Sènia), muros longitudinales contenedor (piedra St Vicenç), cubierta (tablero DM interior- plancha de cobre exterior), volúmenes oficinas (tablero Permali), volumen sala de plenos (mortero Cemarksa), volúmenes planta baja (ladrillo Almar), salas de espera- miradores y galerías (pavimento de tablones de pino Flandes).