PABELLÓN POLIDEPORTIVO “JUANJO GARRA”

ARQUITECTO:
Julio Mejón Artigas
ARQUITECTO TÉCNICO:
José Luís Pargaña
ÁREA ESTRUCTURAS:
BOMA SL – Miquel Ángel Sala
ÁREA INSTALACIONES:
IMOGEP SAU
PROMOTOR:
Ayuntamiento de Lleida
CONTRATISTA:
BENITO ARNÓ E HIJOS, SA; ACSA SORIGUÉ; ROMERO POLO UTE
FOTOGRAFÍA:
JORDI BERNADÓ I EMILIO FERRER
AÑO PROYECTO EJECUTIVO:
2009
AÑO FINAL OBRA:
2010


El edificio es un pabellón deportivo de unas medidas, aproximadamente, en planta de 45×61 metros, que da servicio a las necesidades de una zona de la ciudad integrada por los barrios de Baláfia y secano San Pedro, siendo un espacio contenedor y flexible, que pueda dar cabida a diferentes actividades.

Por esta razón, el programa desarrolla una pista polideportiva, un rocódromo, unas gradas fijas y otras móviles según las necesidades.

El edificio también quiere dialogar con la orientación, la pista se orienta Norte-Sur, quiere ser un espacio muy iluminado, es por ello que se coloca, un falso techo de lamas de madera, que permite dejar pasar la luz, pero no los rayos solares.

El edificio se puede explicar a través de tres miradas: una lejana (en relación con la ciudad), otra más cercana (relación con la plaza y el futuro parque) y por último, el espacio interior en sí.

La primera, nos habla de un edificio (equipamiento) que quiere relacionarse con el entorno como una fita, su tamaño es importante parecido a aquellas naves industriales de nuestros polígonos, pero diferenciados de esos por la utilización de materiales más nobles, como: el hormigón tintado y encofrado con tablillas de madera, el cristal transparente y al ácido color blanco y la cubierta engatillada de acero galvanizado.

El edificio da una imagen dentada al barrio de Balafia y explota su quinta fachada, su cubierta, como imagen más representativa desde el barrio del Secà Sant Pere; es por ello, la utilización de dos colores en su acabado: el negro y galvanizado.

El edificio tiene la voluntad de integrarse en la escala de la ciudad, para ello utiliza dos recursos; el primero, hundir la pista y vestidores, con lo que se disminuye el volumen exterior y; el segundo, retrasar el rocódromo a la punta, lo más lejos posible de las edificaciones futuras y lo más cercano a la cota más alta, desde donde se disminuirá su tamaño e impacto.

La segunda mirada nos habla de un edificio que quiere transparentar su contenido, resaltar su vacío, como su característica más importante, así desde cualquier lugar se relaciona el interior con el exterior, actuando de noche, como una lámpara, marcando un punto de referencia en lugar.

La última mirada, es aquella desde el interior, entramos al edificio por la esquina, a pie plano, consideramos éste como el punto ideal y visualizamos desde ahí la diagonal, el corner del campo, la pista aparece hundida, dos gradas: una fija y otra móvil, ligarán en forma de escalera los dos niveles en los que nos situamos; de esta manera, el espectador cuando salga de ellas, podrá hacerlo de forma directa por el reverso de estas.

La grada móvil, al recogerse, deja delante un espacio polivalente como si se tratara de un paseo y dirigiendo el recorrido hacia el rocódromo. Su espacio se puede divisar desde los miradores de los diferentes niveles, iluminándose con una luz rasante que pone de relevancia sus 15 metros de altura.

La planta superior, por medio del anillo perimetral, nos permite relacionarnos con el futuro parque y la ciudad. El gimnasio- aulas se tratan interiormente como un mirador hacia el pabellón, su situación al sur disfruta de las mejores vistas de la Seu Vella.

Los vestuarios se sitúan en el sótano, pero esto no será un inconveniente para acercar la luz a estos por medio de unos lucernarios.